Marcos Martínez – Junta Directiva de la Asociación Española de
Afectados por Linfomas (AEAL)

¿Nos puede comentar algunos datos de interés sobre la Asociación Española de Afectados por Linfomas (AEAL)?

MM: AEAL, Asociación Española de Afectados por Linfomas, Mieloma y Leucemia, nace en el año 2002, fundada por pacientes con linfoma. Inicialmente eran solo pacientes con linfomas, pero con el tiempo nos fueron contactando pacientes con otras enfermedades oncohematológicas y les fuimos incorporando.

Desde su creación hasta hoy, AEAL ha experimentado una evolución importante. Desde el inicio, los fundadores de la organización viajaron al extranjero, a países como UK, que iban más adelantados que España, para conocer iniciativas de otras asociaciones similares. A esto le sumamos que nuestra presidenta actual, y única hasta la fecha, Dª. Begoña Barragán, está licenciada en Pedagogía. Por todo ello, podemos afirmar que uno de los pilares de AEAL es la Formación del Paciente a todos los niveles.

AEAL empezó ofreciendo un servicio de atención psico-oncológica, que se ha ido ampliando con otras actividades como la edición de guías formativas e informativas para los pacientes; programas como “AEAL apoya” para el préstamo de material ortopédico, el programa “Conectados” que es un programa de soporte a pacientes con leucemia linfocítica crónica e incluso llegamos a tener programa de préstamo de ordenadores. Hoy en día esto no tendría cabida ya que los teléfonos son pequeños ordenadores. Algunos servicios complementarios que ofrece AEAL son: talleres de actividad física en la sede de la organización, grupos de apoyo, etc. En general, trabajamos para mejorar la calidad de vida del paciente.

¿Cómo afecta la LMA la calidad de vida de los pacientes, y la de sus familiares y cuidadores?

MM: Desde el momento que nos diagnostican un cáncer, sea cual sea, leucemia, linfoma o un tumor sólido, el paciente siente angustia: primero a lo desconocido, segundo al pronóstico y, después, a lo que va a suponer el tratamiento y las consecuencias que va a tener. No es nada fácil de asumir. Estamos hablando de someternos a procesos de quimioterapia y radioterapia, con todos los efectos secundarios que conllevan, tanto a corto plazo, como las secuelas que les quedan a los pacientes denominados “largos supervivientes”. Es cierto que ha habido avances en los tratamientos y que se intenta que estos efectos sean los menores posibles.

En definitiva, un diagnóstico de cáncer nos marca nuestras relaciones familiares y laborales. Es una carga que se le viene al paciente y a sus familiares. Tenemos que tener en cuenta que, en el 95% de los casos, el cuidador principal es un familiar.

En el caso concreto de la Leucemia Mieloide Aguda (LMA), se trata de una enfermedad rara, caracterizada por la proliferación de mieloblastos, cuya prevalencia en España es de 3,9 casos por 100.000 habitantes. Los pacientes presentan una supervivencia relativa a 5 años del 21%. Por lo tanto, es una enfermedad, cuyo proceso terapéutico, afecta bastante a la calidad de vida de los pacientes, y sus familiares, sobre todo en la fase de inducción. Cabe resaltar que existen todavía importantes necesidades no cubiertas, tanto a nivel de diagnóstico, como a nivel asistencial y de conocimiento general sobre el impacto social de la LMA.

Tenemos la suerte de poder contar con las terapias dirigidas, pero para ello se necesita realizar cribados que permitan un abordaje terapéutico a medida.

¿Qué importancia tienen las pruebas genéticas para determinar el abordaje terapéutico más apropiado para los pacientes con LMA?

MM: El diagnóstico de la leucemia, como en cualquier otro tipo de cáncer, es muy importante que sea lo más temprano posible, porque nos vamos a encontrar con la enfermedad en estadios menos avanzados, con lo cual las posibilidades de abordaje y supervivencia aumentan y, por consiguiente, los tratamientos van a ser menos agresivos y, la calidad de vida del paciente va a ser mucho más alta. Los avances se van consiguiendo en base a pequeños pasos. Actualmente estamos viviendo una revolución gracias a las nuevas tecnologías. Estamos hablando de hacer secuenciaciones genómicas, de abordar el cáncer no por su ubicación en el cuerpo sino por la alteración genética que presente. La inmunoterapia ha sido otro gran avance. Todo esto nos está ofreciendo herramientas para seguir dando pequeños pasos y que, el día de mañana, no sé si podremos hablar de curación del cáncer, pero sí de una cronificación del cáncer.

En el caso de la LMA esto es muy importante. La LMA se diagnostica con un recuento de mieloblastos en sangre, siendo la mutación genética más prevalente la mutación FLT3. Por lo tanto, tenemos la suerte de poder contar con las terapias dirigidas, pero para ello se necesita realizar cribados que permitan un abordaje terapéutico a medida, y que permita mejorar los resultados de salud y de calidad de vida de los pacientes con LMA.

¿Se tienen en cuenta las experiencias y preferencias de los pacientes y sus familiares en las guías clínicas de la LMA?

MM: Para lograr esa participación plena, primero los pacientes tenemos que estar preparados. No siempre lo estamos, pero existen cada vez más asociaciones, que permiten la participación del paciente en la realización de estas guías clínicas y en estudios sobre el valor social del medicamento. En estos momentos se valora objetivamente si aporta o no aporta. Creo que los pacientes vamos estando cada vez más preparados para participar en estas guías, de hecho, AEAL ya ha participado en varios proyectos de este estilo. Sin embargo, hace falta que hubiera más pacientes formados y que se tuviera más en cuenta la participación del paciente. Considero que no somos un núcleo aislado, dentro del ecosistema del asociacionismo en España, y que existen también otras asociaciones que están más preparadas para aportar su conocimiento con el fin de que se tenga más en cuenta la voz del paciente.

Las guías de práctica clínica de referencia en España para el abordaje de la LMA son las desarrolladas por el Programa Español de Tratamientos en Hematología – PETHEMA y el Grupo Cooperativo de Estudio y Tratamiento de las Leucemias Agudas y Mielodisplasias – CETLAM. A lo mejor sería un buen momento, y un gran reto, plantear la posibilidad de actualizarlas para incorporar esa perspectiva de los pacientes y sobre todo los avances terapéuticos basados en las terapias dirigidas.

¿Cómo valora los avances en la investigación clínica en LMA?

MM: La investigación clínica es el reto que nos planteamos todos los pacientes, porque nuestra supervivencia está en manos de la investigación. Si hace unos años nos hubieran dicho que se va a contar con las Asociaciones de pacientes para la preparación del consentimiento informado de un ensayo clínico, o para diseñar la parte de calidad de vida del ensayo clínico, a lo mejor no nos lo hubiéramos creído. A día de hoy, empieza a ser una realidad, por lo menos, desde la experiencia que tenemos tanto en AEAL, como en el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), porque ya hemos participado en varios.

La investigación sigue siendo necesaria. Los tratamientos que hay hoy en día son consecuencia de ensayos clínicos que hubo en el pasado y gracias a la colaboración desinteresada y altruista de los pacientes que participaron en los mismos. A la vez, vemos que hay más casos de cáncer, quizás uno de los factores importantes es el envejecimiento de la población. Muchos tipos están asociados a la edad, como podría ser el caso de la LMA.

En cuanto a la participación de los pacientes en la investigación de la LMA, y en general, oímos muchas veces decir: “Hay que poner al paciente en el centro”. Yo soy de los que piensan que hay que trabajar por el paciente, pero con el paciente, y no ponerle en el centro, ya que en el centro podemos dar vueltas y de lo que se trata es de avanzar. En este sentido, desde la aparición del régimen de tratamiento “7+3” en 1973, el abordaje general de la LMA ha evolucionado lentamente hasta el reciente desarrollo de las terapias dirigidas y medicamentos orientados a los tratamientos de baja intensidad. El principal objetivo de las nuevas terapias dirigidas es la mutación FLT3, cuyo abordaje incorpora el uso de los inhibidores FLT3, recientemente aprobados por la EMA para su uso en pacientes con LMA de nuevo diagnóstico y refractaria o recidivante, respectivamente. Considero que es un gran avance y un gran mensaje de esperanza para los pacientes.

Y en términos de acceso a las terapias innovadoras en el ámbito de las Enfermedades raras: ¿Qué barreras creéis faltarían por superar?

MM: Estamos sumergidos en numerosos debates acerca del acceso real por parte de los pacientes a las innovaciones terapéuticas. En primer lugar, todavía existe un 25% de medicamentos huérfanos que no obtienen la financiación. Además, el tiempo entre la aprobación de un medicamento huérfano y su financiación, y, por lo tanto, su aplicación en la práctica real, ronda entre los 20 y los 33 meses. En este sentido, cabe pensar que existe un reto importante en relación a la financiación de los medicamentos huérfanos. Hay que seguir buscando mecanismos para que sea posible financiarlos, ya que en caso contrario supondría una pérdida de oportunidad para los pacientes. También considero importante trabajar para disminuir las desigualdades territoriales.

GEPAC llevó a cabo un estudio sobre las necesidades de los pacientes durante la pandemia y había cifras que realmente asombraban

AEAL en tiempos del COVID-19

MM: La época de la pandemia ha sido una época dura. Por un lado, nos planteábamos si estábamos, o no, preparados para afrontar la pandemia, ya que desconocíamos los efectos que la misma iba a tener. Empezamos a teletrabajar. Fuimos adelantados, porque desde el año 2008 AEAL hacía seminarios online y tenemos personal joven que está adaptado a las nuevas tecnologías. Aun así, no han sido tiempos fáciles. Tenemos programas de soporte a pacientes, como he comentado al principio de la entrevista, como es “Conectados”. Si los psico-oncólogos hacían normalmente unas 450-460 llamadas mensuales, esta cifra se duplicó y, la duración media de las llamadas, pasó de unos 27 minutos a ser de 44 minutos.

GEPAC llevó a cabo un estudio sobre las necesidades de los pacientes durante la pandemia y había cifras que realmente asombraban, pero justificaban el porqué de esas llamadas y de la duración de las mismas. El estudio reveló que el 40% de los pacientes con cáncer vivían solos. A esto le sumamos la angustia que supone el diagnóstico, el tratamiento de cáncer, el desconocimiento, el miedo a la pandemia y los altos índices de contagio y el miedo de asistir a los hospitales para realizarse las pruebas. Todo ello ponía de manifiesto la necesidad de atender emocionalmente a los pacientes.

El futuro

MM: A nivel general de las enfermedades oncohematológicas, el futuro pasa por esto que ahora conocemos todos como CAR-T o las terapias avanzadas, y que podría conseguir la curación del cáncer. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer. Los pacientes tienen que conocer exactamente qué son, cómo funcionan, no es un proceso fácil para el paciente, pero puede ser la vía para empezar a hablar sobre el futuro del cáncer.

En términos de las enfermedades raras, es importante seguir investigando y mejorando las condiciones de financiación, para que los pacientes se puedan beneficiar de los nuevos tratamientos. En el caso concreto de la LMA, las terapias dirigidas parecen muy prometedoras, pero implican algunos retos importantes, como es la creación de un registro nacional, la actualización de los protocolos y guías existentes con el fin de contemplar la realización de cribados, etc.

Por nuestra parte, estamos abiertos a colaborar y a aportar nuestras experiencias para seguir avanzando.