Cristobal Belda Iniesta – INVESTIGACIÓN EN TIEMPOS DEL COVID-19

Dr. Cristobal Belda Iniesta


Subdirector de Evaluación y Fomento de la Investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII)

1. ¿Cómo ha vivido la pandemia el ISCIII? ¿Ha habido algún momento crítico?

CB: El ISCIII es responsable de recoger las alertas epidemiológicas enviadas por las Comunidades Autónomas y transferirlas al Ministerio de Sanidad. Uno de nuestros centros, el Centro Nacional de Microbiología, realiza los diagnósticos, mientras que el Fondo de Investigaciones Sanitarias, la estructura que dirijo dentro del ISCIII, financia la ciencia. Por tanto, hemos vivido la pandemia como infraestructuras del Estado encargadas del recuento de casos, de diagnósticos, y de la financiación de la ciencia que tiene que dar respuesta a las preguntas generadas durante la epidemia. Todos los días en los que ha habido fallecidos han sido críticos, porque los fallecimientos diarios eran consecuencia de personas diagnosticadas, en buena medida por nosotros, hacía semanas. Por lo tanto, no ha habido un día más difícil que otro, han sido todos muy duros.

2. ¿Ha afectado la pandemia a la investigación clínica?

CB: El confinamiento no distinguió a los científicos que se dedicaban a investigar en enfermedades raras de los que investigaban en cáncer o enfermedades reumatológicas. En las semanas en que se produjo el cierre completo de país, el objetivo prioritario era salvar vidas, y tan importante era la vida de los pacientes que tenían mayor vulnerabilidad, como la de los científicos y la de todas aquellas personas que en aquellas semanas tenían que permanecer en casa. Como consecuencia, las investigaciones se retrasaron. Pero la financiación se mantuvo siempre, y tras esas semanas de paréntesis en que hubo que pararlo todo, la investigación ha continuado con la misma financiación.

3. ¿Nos puede comentar algo sobre esto?

CB: En pocos meses se han puesto en marcha cientos de ensayos relacionados con el COVID-19. El 19 de marzo publicamos la convocatoria para financiar proyectos que ayudaran en la lucha contra el COVID-19. Fue una acción muy urgente, de 24 millones de euros, bajo un modelo de subvención directa que hasta ahora no se había utilizado con mucha frecuencia. El Comité Científico del ISCIII, que me tocó presidir, se encontró con más de 1.600 proyectos. Elegir en esa segunda quincena del mes de marzo qué proyecto financiar y qué proyecto no, fue un ejercicio muy complicado. Fuimos eligiendo poco a poco, primero ensayos clínicos, porque había que ordenar los distintos tratamientos que se estaban utilizando, y después test diagnósticos, porque teníamos que ser capaces de diagnosticar a los pacientes en menos de 15 minutos para que no se acumulasen en las puertas de urgencias donde estaban en contacto unos con otros durante horas.

4. ¿Cree que los avances en I+D+i beneficiarán a los pacientes con enfermedades raras (EERR)?

CB: El COVID-19 nos ha dado un empujón para invertir en infraestructuras para mejorar nuestra capacidad diagnóstica de alto rendimiento sobre enfermedades que no comprendíamos. Por ejemplo, el despliegue en medicina de precisión que hemos tenido que poner en marcha de forma muy acelerada, seguramente tendrá consecuencias inesperadamente favorables para los pacientes con EERR. También el uso de la telemedicina va a facilitar la vida de los pacientes. Aunque la tecnología ya estaba desarrollada, todavía estaba pendiente de desplegar. Estos avances van a facilitar significativamente la comunicación entre los profesionales y los pacientes.

5. ¿Cómo valora la innovación organizativa durante la pandemia?

CB: Las innovaciones organizativas en los hospitales y la coordinación con la atención primaria se pusieron en marcha antes de que nosotros ofreciéramos financiación. Esto nos obliga a reflexionar acerca de si necesitamos financiación para generar innovación organizativa, o lo que necesitamos realmente es voluntad, y la voluntad probablemente no necesite financiación de ningún tipo, sino un estímulo. Es una pena que el estímulo haya sido de este tipo. El sistema sanitario ha sufrido muchísimo. Si esto volviese a suceder, creo que es obligación de todos tener una estructura organizativa que permita dar una respuesta de forma inmediata a las necesidades de los pacientes. Aunque puedan surgir resistencias, estas innovaciones organizativas han llegado, sin ningún tipo de duda, para quedarse.

6. ¿Cómo podemos aprovechar esta crisis para mejorar el sistema sanitario?

CB: Una lección aprendida es que la relación entre el sistema sanitario público y el sector sanitario privado, que atiende a más de 11 millones de ciudadanos, tiene que cambiar. Frente al COVID-19 hemos estado juntos, y eso nos ha permitido salir adelante en ciudades como Madrid y Barcelona. De otra manera también se habría salido, pero con un sufrimiento muy superior. Tenemos que trabajar juntos, sector sanitario público y privado, y eso nos obliga a cambiar el modelo de relación que tenemos. En segundo lugar, a pesar de tener un sistema sanitario maravilloso, porque es universal y gratuito, no hemos tenido capacidad industrial para proveer a nuestros hospitales. Si esto se vuelve a repetir, tendremos que tenerla. Por último, es mandatorio conectar los sistemas, de tal manera que nos permita saber qué está ocurriendo en las urgencias, en las camas de hospitalización, y en las UVIs de toda España, de forma simultánea y en tiempo real, y generar modelos que nos avisen si sucede algo fuera de lo normal, para evitar enfrentarlo con un mes de retraso. Esas son las tres grandes lecciones para poder avanzar a lo largo de los próximos meses. Para octubre tenemos que estar preparados, por si ocurre de nuevo.