Jonathan Galduf


Head of Market Access & Public Affairs, Spain & Portugal CSL Behring

¿Nos puede comentar algunos datos de interés sobre CSL Behring: objetivos, implantación, historia, actividades, etc.?

JG: CSL Behring es una empresa biotecnológica global con más de 100 años de historia que se estableció en Australia y que actualmente tiene su sede central europea en Alemania. Tiene presencia en cuatro continentes con centros de investigación y de producción, concretamente en Berna (Suiza), en Marburg (Alemania), en Broadmeadows (Australia), en Kankakee (Estados Unidos) y en China.

<<El objetivo de CSL Behring es cumplir con la promesa de hacer llegar a los pacientes los medicamentos más innovadores para tratar enfermedades que ponen en peligro sus vidas>>

Con el fin de buscar distintas soluciones terapéuticas para enfermedades, de las cuales una gran mayoría son raras y con pocas alternativas de tratamiento, tenemos un gran compromiso con la innovación. Las áreas terapéuticas de la empresa son los desórdenes hemorrágicos, la inmunología, el angioedema hereditario y el déficit de Alfa 1 antitripsina.

Aparte de investigar, desarrollar y proporcionar estas soluciones terapéuticas para los pacientes, nuestro compromiso se centra en el entorno y la comunidad donde nos ubicamos desde un punto de vista económico, social y medioambiental.

¿Por qué los hemoderivados son diferentes de los medicamentos de síntesis química e incluso a otros biológicos?

JG: La principal diferencia de los medicamentos hemoderivados (como se conocen en España) o derivados del plasma y los medicamentos de síntesis química o incluso otros biológicos es su materia prima. La fuente de los medicamentos hemoderivados es el plasma obtenido a partir de la sangre de las donaciones. En el plasma humano hay un gran número de proteínas plasmáticas y muchas de ellas con funciones terapéuticas. Lo que hacemos es identificar, fraccionar y separar estas proteínas de uso terapéutico para convertirlas en medicamentos. Por eso se llaman medicamentos hemoderivados. La principal diferencia y la más importante es que su materia prima es finita y depende de las donaciones.

¿En qué consiste el fraccionamiento del plasma y qué implicaciones tiene en términos de coste?

JG: El proceso de fraccionamiento es un proceso de producción complejo complejo que separa el plasma de la sangre. Hay dos grandes procesos: por plasmaféresis, el plasma que se conoce como plasma origen, que es un procedimiento que separa el plasma del donante y le devuelve los componentes de la sangre in situ; o por el plasma recuperado, a través del cual se recolecta la sangre total del donante y luego se separa posteriormente el plasma de la misma.

Un 80% aproximadamente de las proteínas plasmáticas se obtienen a través de la plasmaféresis, que es un procedimiento con cierta complejidad. En cuanto al proceso de fraccionamiento, básicamente es un proceso químico de separación de estas proteínas del plasma exponiendo el plasma a una serie de condiciones (temperatura y concentraciones de etanol). Es un procedimiento bastante complejo que lleva integrado una serie de test de inactivación viral procedente de sangre humana, por lo que es necesario estar completamente seguro de que no se transmita ningún tipo de virus a la proteína que finalmente se va a obtener como medicamento. Parece fácil, pero es muy complejo porque desde que se obtiene una donación de plasma hasta que se tiene el producto final pueden pasar hasta 12 meses. El proceso de fraccionamiento aquí es muy importante porque se obtienen distintas moléculas que se van fraccionando y no todas las proteínas están en la misma proporción en el plasma humano. En el caso de la inmunoglobulina esto es muy relevante porque en el plasma humano existe una cantidad relativa de un 12%, mientras que la demanda de inmunoglobulinas es de más del 50%.

Todo esto tiene una serie de repercusiones a la hora de buscar un equilibrio en las moléculas que se van a obtener a través del fraccionamiento del plasma. El coste de producción de un hemoderivado, que conlleva la extracción, la recolección del plasma en centros de donaciones con unas normativas y protocolos de seguridad y el proceso de producción, es mayor que el de un medicamento de síntesis química.

<<El coste de producción de un medicamento hemoderivado es casi un 60% del coste total, mientras que en un medicamento de síntesis química el coste de producción no llega al 15%>>

¿A qué nos referimos con plasmaeconomics? ¿Por qué el desequilibrio entre la demanda de inmunoglobulina y albúmina es tan importante para una empresa fraccionadora?

JG: El concepto de plasmaeconomics consiste en que, desde un punto de vista de viabilidad, necesitamos tener un equilibrio en las proteínas que se obtienen del último litro de plasma y que luego se convierten en medicamentos. En los primeros litros, cuando estás fraccionando, obtienes distintas moléculas con gran demanda y esto influye directamente en la viabilidad.

Debido a que la necesidad de IG es mucho mayor que la de otras proteínas plasmáticas, se produce un desequilibrio y acabamos fraccionando el plasma solo para la obtención de IG, lo que conlleva un altísimo coste de producción por gr de IG. Es lo que llamamos la “economía del último litro”.

Esto hace que sea muy importante coordinar, establecer y planificar muy bien la demanda y tener esto en cuenta en los costes de producción del medicamento. A diferencia de lo que ocurre con los medicamentos de síntesis química, aquí no hay economías de escala. Un aumento en la demanda de medicamentos hemoderivados se traduce en un aumento en los costes de producción, que es justo lo contrario de lo que ocurriría en un medicamento de síntesis química por las economías de escala.

¿Está en entredicho el acceso de los pacientes a las inmunoglobulinas?

JG: Claro. La pandemia del COVID-19 ha llevado al extremo toda esta situación. Este problema viene de 10 o 15 años atrás, pero con la pandemia las donaciones de plasma disminuyeron en todo el mundo. Al disminuir las donaciones, compañías como CSL Behring y otros productores intentan incentivar esas donaciones para que se mantengan o, incluso, aumenten. En Europa, (excepto en algunos países como Alemania, Austria y alguno más) las donaciones no se incentivan económicamente, mientras que, en Estados Unidos, principal fuente de plasma mundial, sí.

Uno de los costes más importantes de un medicamento hemoderivado es la recolección, todo lo relacionado con la donación. Un aumento de estos costes se traduce en un aumento en los costes de producción. Estamos hablando de un aumento de más del 50% de los costes de recolección desde la pandemia. Afortunadamente, se están empezando a recuperar esas donaciones, pero se mantiene el problema estructural de concepto de los medicamentos hemoderivados y las implicaciones que tiene el plasmaeconomics en los costes de producción.

En su opinión, ¿qué criterios deben tenerse en cuenta a la hora de fijar el precio y reembolso de un medicamento huérfano? ¿Cree que deberían ser diferentes a los de un medicamento no huérfano?

JG: CSL Behring forma parte de AELMHU, que es la asociación española de laboratorios de medicamentos huérfanos y ultra-huérfanos y trabajamos activamente en grupos de trabajo, por lo que conocemos bien los medicamentos huérfanos y su problemática en España.

Los medicamentos huérfanos no pueden ser tratados igual que otros tipos de medicamentos en cuanto a sus procesos de fijación de precios y financiación. Por ejemplo, en el tema de la relación coste-efectividad es difícil muchas veces encontrar un comparador y, en muchas ocasiones, no hay alternativas, con lo cual, establecer criterios de coste-efectividad o de coste-utilidad es muy difícil. Además, debido a los costes de I+D y las dificultades de investigar en estas áreas, supone que los costes de estos tratamientos sean altos.

Considero que son necesarios otros modelos. De hecho, España ha sido pionera en establecer modelos de riesgo compartido, lo que podría ser una manera de intentar solucionar este problema. En cualquier caso, además de valorar el beneficio clínico adicional, deberíamos apoyarnos más en la calidad de vida del paciente. En mi opinión, no se pueden aplicar los mismos criterios que para otro tipo de medicamentos.

Por ejemplo, el tratamiento que hace Alemania a la innovación me parece mucho más equilibrado y respeta el valor terapéutico y añadido que pueda tener un producto, así como la inversión en investigación y desarrollo. En Alemania, el precio es libre al principio y lo fija la empresa en función de sus gastos. Al cabo de un año, se evalúa y se evalúa si esa promesa de efectividad se cumple y se renegocia.

De todas maneras, España está siendo pionera y se están poniendo en marcha acuerdos de riesgo compartido para intentar no retrasar el acceso a los medicamentos huérfanos. Desafortunadamente, no está siendo efectivo y quizás se necesita más transparencia en tiempos y formas. Hay muchos fármacos para enfermedades huérfanas que están esperando a ser financiados. Hay que buscar de forma urgente modelos alternativos para conseguir el acceso a los medicamentos huérfanos.

En cuanto a la financiación de los medicamentos huérfanos y ultra-huérfanos, ¿qué esquemas cree que son los más adecuados para facilitar el acceso a los mismos? ¿A qué retos se enfrentan los sistemas de salud? 

JG: España parece que no solo ha apostado por los medicamentos huérfanos, sino también por medicamentos donde puede haber una cierta incertidumbre desde el punto de vista clínico y económico. Además, parece que se está apostando por los acuerdos de riesgo compartido y aquí el reto es ver quién quiere asumir más riesgo. Lo que no es óptimo es que este riesgo lo asuma mayoritariamente el productor. Puede ser un elemento que resuelva y que facilite la disponibilidad del medicamento a los pacientes, pero tenemos que saber cómo se hace este equilibrio de compartir riesgos.

Respecto a la evaluación y a los problemas que conlleva, si se quieren aplicar los modelos que ahora mismo existen de coste-efectividad, va a ser un retraso porque en muchos medicamentos huérfanos no se va a poder aplicar o si se aplica se pueden cometer errores o tener efectos colaterales importantes, por ejemplo, por la designación de un comparador que no sea adecuado, pero que desde el punto de vista de contención del gasto sea atractivo.

Para mí, los retos son los tiempos en acceso porque nos podemos complicar mucho intentando aplicar modelos que pueden ser interesantes desde un punto de vista general, pero que en el caso de los huérfanos va a ser muy complicado. El reto está en equilibrar donde está siendo más activa la innovación y la I+D en medicamentos y que eso se traduzca en que los pacientes tengan acceso a los mismos encontrando un proceso que optimice esto. El foco no puede ser la contención del gasto de forma individual y centrada en el coste por paciente porque en estos casos siempre va a ser un coste mayor del que posiblemente se espere.

¿Cómo deberían ser las políticas farmacéuticas en el caso de los medicamentos hemoderivados?

JG: En España tenemos una peculiaridad que no es muy común con otros países y es que todos los medicamentos, independientemente de si son hemoderivados de origen o no, una vez pasan diez años de su comercialización, entran en lo que se conoce como el sistema de precios de referencia.

Desde mi punto de vista y por las diferencias en los costes y en la estructura de costes de los medicamentos hemoderivados y de las repercusiones que eso tiene en el ciclo de vida del medicamento, los medicamentos hemoderivados no deberían estar incluidos en un sistema tan rígido como es el sistema de precios de referencia porque los costes de producción no tienen economías de escala. Un sistema rígido de congelación de precios tensiona todo el modelo y creo que hay suficientes características diferenciales como para excluir a los medicamentos hemoderivados del sistema de precios de referencia.