Daniel-Aníbal García Diego


Presidente de la Federación Española de Hemofilia (FEDHEMO)

La hemofilia es una enfermedad poco común que afecta a miles de personas en España. Podría explicarnos brevemente ¿qué son las hemofilias? ¿cómo se manifiestan y cuáles son sus síntomas más comunes?

DAG: Las coagulopatías congénitas son enfermedades poco prevalentes. Las más conocidas son las hemofilias. Existen dos tipos, la hemofilia A y la hemofilia B que son un déficit de factor VIII y factor IX respectivamente, pero luego hay una infinidad de coagulopatías congénitas que nosotros, como Federación Española de Hemofilia (FEDHEMO), representamos, como pueden ser la enfermedad de Von Willebrand, que es un déficit del factor Von Willebrand. Existen otros déficits raros de factores de coagulación: de factor I, de factor V, de factor VII y luego también, hay alteraciones plaquetarias.

La característica básica de los trastornos de coagulación es esa tendencia al sangrado, pero hay una gran heterogeneidad. Las hemofilias sí son muy comunes entre ellas. Clínicamente, la hemofilia A y B son muy similares, mientras que el resto de las coagulopatías son mucho más variables. Las coagulopatías relacionadas con la deficiencia de otros factores de coagulación presentan una amplia diversidad de características clínicas. A diferencia de la hemofilia A y B, que se caracterizan por un sangrado prolongado, algunas de estas coagulopatías pueden incluso asociarse con una tendencia a la trombosis.

Obviamente dentro de las coagulopatías hay diversas gravedades; en general podemos clasificarlas leves, moderadas y graves o severas; pero existen algunas, como la enfermedad de Von Willebrand, en las que la clasificación sí que es mucho más complicada.

Respecto a la prevalencia en España, estimamos que hay unas 3.050 personas con hemofilia A y B y del resto coagulopatías pues, desgraciadamente, no hay registros. Tenemos publicados nuestros datos internos y estimamos que las incidencias de estas coagulopatías más raras oscilan entre 0,5 y 2 casos por millón, en muchos de ellos.

En su experiencia al frente de la FEDHEMO, ¿cuáles diría que son las principales dificultades o desafíos a los que se enfrentan los pacientes con hemofilia en la actualidad?

DAG: Un desafío en el que estamos muy focalizados es lograr que los fármacos, las terapias y las nuevas innovaciones terapéuticas, una vez que han sido autorizadas a nivel europeo, a nivel centralizado, puedan estar disponibles en la práctica clínica y los pacientes con hemofilia u otras coagulopatías los puedan recibir. Esto es uno de nuestros grandes objetivos, un foco histórico en el que seguimos muy centralizados. También tenemos retos nuevos como dar cobertura a todas las coagulopatías. Históricamente hemos estado centrados en la hemofilia A y la hemofilia B y hemos puesto menos foco en otras coagulopatías, como las que he comentado.

Una terapia génica con una única administración supone una reducción sustancial de la carga de tratamiento

Otra realidad emergente que hemos reconocido es la necesidad de atención a la mujer y la niña con coagulopatías congénitas. Históricamente, la hemofilia A se consideraba una enfermedad exclusiva de hombres. Sin embargo, somos conscientes de que existen mujeres y niñas que también padecen hemofilia A, B u otras coagulopatías, aunque en muchos casos no con severidad grave. Es importante reconocer las peculiaridades y la atención especial que requieren las mujeres y niñas con coagulopatías. Además de la hemofilia A y B, que cuentan con una amplia variedad de alternativas terapéuticas, nos centramos en aquellas coagulopatías que actualmente no tienen tratamiento o cuyo tratamiento no es suficientemente eficaz.

¿Podría hablarnos sobre FEDHEMO, su misión principal y los objetivos que persigue?

DAG: La misión principal de FEDHEMO, como ya he comentado, es la labor reivindicativa y el activismo por el acceso a los tratamientos. Este es, sin duda, uno de nuestros grandes focos. La hemofilia es una enfermedad que requiere tratamiento continuado, por lo que reivindicamos el acceso a la mejor innovación posible. Históricamente, la reivindicación del acceso a nivel nacional, autonómico y local ha sido uno de nuestros grandes focos. Sin embargo, como asociación de pacientes, también desarrollamos actividades formativas, como campamentos, asambleas y mucha formación e información para nuestros socios. Somos una entidad que, como todas, intenta hacer lo mejor posible. Como federación española, tenemos capítulos regionales y entidades miembro regionales y provinciales a las que damos todo el apoyo necesario para que puedan desarrollar el programa común que entre todos marcamos.

En los últimos años, hemos visto avances significativos en el tratamiento de la hemofilia, incluyendo la llegada de la terapia génica. ¿Podría hablarnos sobre el impacto que estos avances han tenido en la vida de los pacientes con hemofilia?

DAG: Las terapias génicas ya son una realidad. Hay terapias génicas aprobadas tanto por la FDA como por la EMA, tanto para hemofilia A como para hemofilia B, por lo tanto, ya es una realidad. Lo complicado es definir cuál va a ser el impacto en la vida de las personas cuando todavía estas dos terapias no se encuentran aprobadas y financiadas en nuestro país. La experiencia que tenemos es una experiencia de ensayos clínicos. En España ha habido pacientes reclutados en ensayos clínicos, pero es complicado dar respuesta a esta pregunta hasta que no estén en la práctica clínica diaria, hasta que no tengamos, más manejo o más experiencia. Lo cierto es que los datos de los ensayos clínicos son prometedores y la experiencia reportada por los pacientes en terapias génicas, algunos socios de FEDHEMO y conocidos nuestros y buenos amigos, pues es francamente disruptiva.

La Comisión Europea ha autorizado recientemente la terapia génica para la hemofilia A y la hemofilia B. Desde su perspectiva, ¿qué elementos diferenciales considera que podrían aportar estas nuevas terapias a los pacientes con hemofilia?

DAG: Lo primero, y como a todos nos parece obvio, la hemofilia A y la B actualmente requieren un tratamiento periódico, con mayor o menor intensidad. En cualquier caso, podemos hablar de administraciones semanales, bisemanales o mensuales, e incluso en muchos casos hablamos de administraciones cada dos o tres días. Es evidente que una terapia génica con una única administración supone una reducción sustancial de la carga de tratamiento, en el sentido de una reducción tremenda de las infusiones. Hablamos de que una persona con hemofilia puede recibir aproximadamente 150 infusiones al año, en algunos casos incluso más, y que con la terapia génica pasaríamos a una única infusión. Esto, digamos, es lo más evidente.

La Guía «Terapia génica en hemofilia» busca brindar información clara y precisa a los pacientes con hemofilia sobre este innovador tratamiento

Pero estamos viendo cómo la terapia génica puede proporcionar a los pacientes un cambio en la forma en que afrontan su vida, lo que se conoce como la «hemofilia freemind». Esta terapia permite a las personas quitarse una gran carga de enfermedad mental, es decir, que la hemofilia deje de ser un elemento permanente y central en su vida y que, aunque no se olviden de ella, sí que tenga un menor papel y una menor importancia. Vemos que esto se puede conseguir con las terapias génicas y con otras terapias también, y es una disrupción tremenda, porque ya no se trata solamente de tratar la patología, disminuir la carga de tratamiento y conseguir un control del sangrado, sino de conseguir que la persona pueda desarrollar su vida teniendo cada vez menos que mencionar la enfermedad que tiene.

La terapia génica para la hemofilia abre nuevas posibilidades para los pacientes. Sin embargo, es importante conocer los detalles prácticos de su aplicación. ¿Podría explicarnos en qué centros se realizaría este tratamiento y cómo se organizaría el seguimiento posterior, incluyendo la atención médica y el apoyo psicológico?

DAG: Hay un acuerdo que hemos realizado las sociedades científicas a nivel europeo y la Sociedad de Pacientes con Hemofilia a nivel Europeo, en la que abogamos por un modelo hub and spoke, es decir, un modelo de centros infusores, centros de referencia, centros difusores y centros que deriven a los pacientes. En nuestro país, no sabemos cómo se va a implantar este modelo, pero sea como fuere, lo que reivindicamos es que los centros que administran terapia génica sean centros que tengan experiencia en hemofilia, que tengan experiencia en la administración de terapias avanzadas y, por supuesto, tiene que haber un seguimiento permanente del paciente, tanto que se realice en el centro infusor como en el centro derivador. De todas maneras, quizás, por nuestra estructura autonómica, el modelo hub and spoke no se utilice o no se implemente tanto como en otros países europeos; pero si hacemos esa recomendación conjunta de la Asociación Española Europea de Pacientes (EJA) y la Asociación de Hemofilia (EAHC) para que la administración se haga en estos centros que tengan experiencia en el tratamiento de la hemofilia y experiencia en el tratamiento de terapias avanzadas, además así viene recogido en la ficha técnica. También hemos de decir que estas terapias avanzadas son terapias que tienen una dificultad de infusión relativamente menor. Por lo tanto, muchos centros que tienen experiencia en terapias avanzadas se van a encontrar cómodos administrando estas terapias, lo que es importante que también tengan experiencia en la hemofilia y en el seguimiento de estos pacientes.

La reciente publicación de la Guía «Terapia génica en hemofilia» representa un hito importante para la comunidad de hemofilia. ¿Podría compartir con nosotros qué ha supuesto la elaboración de esta Guía y cómo espera que impacte en la vida de los pacientes y sus familias?

DAG: Esta guía ha sido elaborada conjuntamente por la Real Fundación Victoria Eugenia, una entidad científica de referencia formada principalmente por hematólogos y otros médicos responsables del tratamiento de la hemofilia, y la Federación Española de Hemofilia, principalmente por nuestro equipo de trabajo social y psicología.

Lo que intentamos es traducir al lenguaje llano las dudas que hay sobre la terapia génica que una persona con hemofilia o un cuidador pueda tener. Si precisa información biomédica, esta guía le dará una respuesta o al menos unas claves para poder encontrar respuestas sobre las dudas que le puedan surgir ante la idea de administrarse terapia génica. También puede ser útil para quien simplemente quiera tener una mayor información sobre estas alternativas terapéuticas para el futuro, por mero interés. Incluso, como somos un país muy abierto a Latinoamérica, nos consta que esta guía está siendo muy útil para que los compañeros latinoamericanos puedan responder sus dudas.

Recientemente la hemos traducido al inglés para dar cobertura a otras áreas geográficas.

Ese es nuestro objetivo: que las personas con hemofilia, ante una terapia que genera mucha incertidumbre por ser una terapia muy novedosa y sobre la que todavía no hay mucha experiencia en la práctica clínica, puedan ver resueltas sus dudas en un lenguaje claro, comprensible para toda la sociedad, pero sin perder el rigor científico. Para ello, la guía ha sido revisada por los principales hematólogos de nuestro país.

Las enfermedades raras presentan desafíos únicos en cuanto al acceso a los tratamientos. ¿Podría explicarnos cuáles son los principales obstáculos que dificultan el acceso oportuno a estos tratamientos y cómo repercuten estos retrasos en la salud y la calidad de vida de los pacientes?

DAG: Nosotros, sinceramente, no sabemos dar respuesta a esa pregunta, pero sí podemos señalar los problemas que, como personas con hemofilia o con otras enfermedades raras, vivimos.

Las enfermedades poco prevalentes sufren retrasos muy sustanciales en la aprobación del reembolso. Lo que ocurre es que la vida de las personas va pasando y ese tiempo en el que no se ha tenido acceso a la terapia jamás podrá volver atrás. Las secuelas que se hayan podido manifestar nunca se podrán erradicar. Incluso la pérdida de la oportunidad de tener una mejor calidad de vida y de llevar una vida más normal es irreversible. Esa es nuestra reivindicación.

Las enfermedades poco prevalentes sufren retrasos  en la aprobación del reembolso. Es necesario que todos los actores involucrados colaboren para reducir al mínimo los tiempos de negociación

A veces no tenemos tiempo y, aunque lo tuviéramos, no queremos perderlo. Queremos poder acceder a la terapia de la manera más precoz posible, porque aquí hablamos de nuestra vida, nuestro proyecto de vida, de nuestras ilusiones, nuestros deseos y expectativas. Muchos de esos elementos se pierden o se demoran por el retraso en la aprobación de los fármacos.

Aquí sí que hay que hacer un llamado a todos los actores, no solamente a la administración pública, también a la industria, para que inicien formas de diálogo lo más precoz posible, para que se puedan reducir al máximo los periodos de negociación.

Por supuesto, llevamos tiempo reivindicando una reforma del marco normativo que regula la financiación de los medicamentos, con una especial dedicación a los medicamentos raros o para patologías poco prevalentes. Sea como fuere, lo que sí puedo decir es que las personas a veces no tenemos tiempo y, sobre todo, sentimos una profunda desazón al ver que una cosa ya se encuentra autorizada y aprobada, que podría ser útil para nosotros, para nuestros familiares o para nuestro colectivo, y que no podemos acceder a la misma. Esto realmente es muy complicado de soportar.

¿Qué medidas concretas se pueden implementar para asegurar que las opiniones y necesidades de los pacientes sean realmente tenidas en cuenta en la toma de decisiones sobre la incorporación de nuevas terapias al sistema sanitario?

DAG: Creo que es muy sencillo. Lo primero es que tenemos que estar presentes en los foros de discusión. Actualmente, las asociaciones de pacientes podemos llegar a los decisores, pero de una manera muy informal: mediante cartas, correos electrónicos y reuniones. Sin embargo, nos gustaría ser consultados de manera formal. Se debería abrir un espacio de discusión claro con nosotros, cara a cara, en el que pudiéramos expresar nuestras opiniones.

Creemos que en el futuro del proceso de financiación tiene que haber una consulta formalizada y establecida con las entidades de pacientes e incluso, con aquellos pacientes individuales que puedan aportar valor u opinión. Algo similar a lo que hacemos con los IPT, en los que podemos dar nuestra opinión de manera formal en un momento determinado.

Creemos que esta opinión debe darse a lo largo de todo el proceso de vida del fármaco, y por supuesto en la fase de precio y reembolso. Además, debería ser de una manera más humanizada que la actual y desde un aspecto más amplio en el ámbito de la gobernanza. Los pacientes, las personas con patologías, deberíamos estar presentes en cada uno de los comités asesores de prestaciones, en los comités asesores del ministerio y en cada uno de los foros en los que se pueda tomar una decisión que afecte a nuestra vida. De esta manera, podemos dar la opinión del paciente, que muchas veces es diferente a otras opiniones o, aunque no sea diferente, es un punto de vista y un enfoque diferente que debe ser reconocido en su diferencia.